vigía
La omnipresencia de la tecnología en nuestras vidas es innegable. Los teléfonos móviles actuales transforman cómo nos comunicamos y percibimos el mundo. Con casi 7 mil millones en uso, representan un fenómeno sin precedentes. Estas herramientas, inicialmente concebidas para la comunicación, se han convertido en testigos silenciosos de nuestra cotidianidad, exponiendo nuestros aspectos más íntimos. Esta dualidad plantea una paradoja inquietante: mientras disfrutamos de una conectividad sin igual, nos sometemos a una vigilancia constante por parte de gigantes tecnológicos y gobiernos.
Inspirado por esta realidad, en 2013 inicié un proyecto de autoexploración para examinar mi relación con la tecnología móvil. Desarrollé aplicaciones y scripts que programaban mi teléfono para capturar una imagen cada vez que miraba la pantalla, creando así un vasto archivo fotográfico que documenta mi vida en un acto de vigilancia autoimpuesta.
El proyecto vigía ha acumulado decenas de miles de imágenes, cada una representando un fragmento de privacidad voluntariamente cedida. Estas fotos se agrupan en mosaicos organizados por estaciones, horas del día y días de la semana, subrayando la constante y prácticamente inevitable naturaleza de la vigilancia.
vigía es más que un ejercicio personal; es una reflexión crítica sobre la privacidad y la identidad en la era digital. Nos desafía a reconsiderar nuestra relación con la tecnología y a cuestionar cómo hemos aceptado la vigilancia como una norma, desdibujando las líneas entre lo personal y lo público. ¿Qué revela este espejo digital sobre nosotros y nuestra sociedad hiperconectada? Invito al espectador a ver estas imágenes no solo como un archivo personal, sino como un reflejo colectivo de nuestra propia complicidad en esta vigilancia consentida.
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